Me devolví a mi natal Puerto Ordaz, donde quise hacer un programa de radio que mezclara información y un poco de humor. Toqué la puerta de Radio Fe y Alegría que recién comenzaba a instalarse, y el Padre Baquedano me dijo “Mijo, yo no quiero que usted haga un programa, yo estoy buscando quien la dirija“. “Pero yo nunca he dirigido una radio…” le respondí, “Pues te tocará aprender“, finalizó el padre.
Te lo confieso, la radio era la última de mis ambiciones. Me gustaba escucharla, sí, pero… ¿hacerla? Ni se me ocurría. Fe y Alegría significó descubrir una pasión que ni sabía que tenía, jajaja, y aprender, mucho. Me dieron la oportunidad de comenzar desde cero una radio que ya tenía 30 años (puedo explicar esto en otro momento pero creo que puedes darte una idea). Nos inventamos una radio juvenil en Puerto Ordaz con jóvenes que tampoco habían soñado nunca en hacer radio. ¡Cualquier cosa era posible! Pasé a ser encargado de procesos de producción nacional y formé parte de equipos nacionales de formación en temas de producción y creatividad, algunos de ellos de la mano de los amigos de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica con sede en Quito, Ecuador.
De lejos, una de las experiencias más estimulantes de mi vida.